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jueves, 25 de enero de 2018

La sabiduría y la frescura. 86 años les separan y los lazos que les unen

  86 años les separan, una guerra, una dictadura y mil sin vivires. Pero están cerca, unidos por lazos invisibles que sólo ven ellos.

  Él es su Yayo Mayor, el que es "dos veces abuelo". Él, que sabe reinventarse, resurgir de las fatalidades, que sabe ser feliz con un café y dando comida a sus pájaros.


  Él, por quien Eyre deja cualquier brazo que la sostenga. Él, capaz de cojerla en brazos cuando no ha cojido nunca a ninguno de sus nietos. Su despensa, saqueada todos los domingos por su viznieta, siempre llena de mandarinas o rosquilletas.

  Él, tan mayor, pero tan "moderno" para celebrar cada día de lactancia que sumamos ("tu abuela dio de mamar 36 meses, dando a los pequeños a la vez que a los mayores") Nunca imaginé sentirme cómoda con una teta fuera delante de él. Y siempre acabo dándole, como a un ternerillo (lo que tiene haber sido vaquero, que todo lo compara con las vacas...), cómoda, sin miradas extrañas. Para él, lo natural, sin opción. Siempre dice que los pechos de las madres salvaron muchas vidas en la guerra.


 Él, mi yayo. Hombre sabio donde los haya. Alegre. Contador de historias 1000 veces contadas. Inventor de instalaciones eléctricas con tiritas.

  Él, su yayo mayor (Mamor ) desde que salimos del coche llamándolo. Sus abrazos. Su fuerza para cogerla cuando se lanza a sus brazos.

  Debidilad, devoción. Bendicion la que tienen de disfrutarse, de vivirse.

  Su aprendizaje mútuo, que siendo realistas, sabemos que será corto (pero intenso)

  Soy consciente de la inmensa suerte que tienen ambos de haberse conocido. Eyre le aporta esa frescura y alegría que sólo tienen las personas más pequeñitas (pero grandes) de la casa. Él le aporta la sabiduría y el temple de la edad.



  Él es Manuel, Manolo, Nelet. Mi yayo, su Yayo Mayor. 88 años de sabiduría y de pelo blanco.

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